LA NOCHE TRANSFIGURADA
JESUS MOZO-COLMENERO (ACORDEÓN CLÁSICO)

JOHANN SEBASTIAN BACH (1685-1750): Preludio y Fuga BWV 851. FRANZ LISTZ (1811-1886): Preludio y Fuga sobre el nombre de BACH. JORGE TARAMASCO (1968): Tres valses (Vals de Abril. Vals de Alighieri. Vals Lautrec). WLADISLAW SOLOTARJOW (1942-1975): Sonata nº 3. WLADIMIR ZUBITSKY (1953): Homenaje a Astor Piazzolla. M. A. COLMENERO (1936-2002): Caricia Musical, para viola y acordeón.

 

El programa de esta grabación nos presenta un recorrido por distintos modos de aproximación al acordeón y desde el acordeón, conectando el Barroco con la actualidad más próxima. En él se nos muestra la versatilidad del instrumento, capaz de adaptarse a una amplia diversidad de contextos históricos y estéticos, al mismo tiempo que la contundencia interpretativa y la exquisita sensibilidad del acordeonista Jesús Mozo Colmenero.

La búsqueda de la propia identidad del acordeón como instrumento, que vivió su momento crucial a lo largo del siglo pasado, logró consolidar un repertorio de doble dimensión, compuesto por una literatura original, demandada por su peculiar idiosincrasia mecánica y expresiva, así como por la transcripción de obras pertenecientes al amplio devenir de la música para instrumentos de teclado en toda su historia.

El acordeón es un instrumento eminentemente moderno, dotado de recursos expresivos muy variados, una amplia gama sonora y un mecanismo capaz de abordar el más fino virtuosismo. Estas facultades, cuando fueron guiadas por un sano sentido artístico y la sólida competencia de sus intérpretes, legitimaron la aproximación al repertorio histórico para instrumentos de teclado desde una perspectiva madura y la vocación de rendir sincero tributo a la gran Música.

Pero al mismo tiempo, y especialmente en la segunda mitad del siglo XX, llegó a despertar el interés de una gran nómina de compositores desde Alban Berg, quien ya lo introdujo en Wozzeck en 1923, hasta Henry Cowell, Paul Creston, Luciano Berio, Vladislav Zolotarev o Sofia Gubaidulina, por citar solo algunos de los nombres más conocidos. En el acordeón encontraron un instrumento desprejuiciado, sin las dependencias de los lenguajes y los procedimientos compositivos del pasado, pero también acreedor de potencialidades que cada día se revelaban más fértiles.

La selección de obras que nos ofrece Jesús Mozo, cuidada hasta el mínimo detalle, guarda un extraordinario equilibrio entre transcripción y música original para acordeón, si bien, por duración, ésta última tenga una mayor presencia. Un disco, en suma, para disfrutar.