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FRANCESCO MARIA VERACINI: SONATE A VIOLINO O FLAUTO SOLO E BASSO. VOL. 1
MURIEL ROCHAT RIENTH (RECORDER), THOR JORGEN (VIOLA DA GAMBA) Y ANDRÉS ALBERTO GÓMEZ (HARPSICHORD)



Sonata Prima (Largo e nobile; Allegro; Largo; Allegro). Sonata Seconda (Largo; Allegro; Largo; Allegro). Sonata Terza (Largo; Allegro; Largo; Allegro). Sonata Quarta (Largo e nobile; Larghetto siciliana; Largo; Allegro). Sonata Quinta (Largo; Allegro; Largo; Allegro). Sonata Sesta(Largo; Allegro; Allegro; Allegro).

 

FRANCESCO MARIA VERACINI 
La vida de Francesco Maria Veracini (1690-1768) podría resumirse como la historia de un violinista que recorrió los principales centros culturales europeos del s. XVIII para dar a conocer su dominio instrumental y virtuosismo. Florencia, Londres, Dresde, Venecia... Todo parece indicar que poseía un carácter excéntrico y arrogante, con una intensidad suficiente como para hacer de su manera de tocar algo completamente genuino. Según Burney, sobre 1733 no había concierto en Londres en el que él no participase con un solo de violín. Giovanni Maria Casani, uno de sus maestros, opinaba así sobre Veracini y su padre: “Tocando juntos el violín. Uno, viejo y repleto de honores, el otro joven y deseoso de mostrar la facilidad con la que superaba con desenvoltura cualquier mínimo obstáculo en las notas. Para todos era una maravilla escucharlos, porque el corazón, y no solo la bravura, guiaban y acompañaban los dedos y el arco de estos virtuosos”. 

Veracini fue fundamentalmente reconocido como violinista, un músico que creó un estilo de interpretación fiel a sí mismo. Un virtuoso que impresionó a Tartini y Locatelli, de quién según Burney “las peculiaridades de su ejecución fueron su movimiento de arco, sus trinos, sus arpegios y un sonido tan fuerte y claro que se podía distinguir de entre los numerosos músicos que formaban la orquesta en una iglesia o en un teatro”. Esta circunstancia le permitió formar parte de una élite de intérpretes que, con mayor o menor fortuna, eran requeridos en conciertos benéficos, recitales privados o como virtuosos en conciertos que se interpretaban en los entreactos de las obras dramáticas que llenaban los teatros londinenses. 

La colección publicada en 1716 compuesta de doce sonatas para violín o flauta y bajo continuo, era para Veracini simplemente un “pequeño ensayo de mis estudios musicales”. Está dedicada con mucho agradecimiento al príncipe elector Federico Augusto I de Sajonia, quién por en aquel momento apoyó a Veracini para conseguir un puesto como violinista en la corte de Dresde, pese a que no se necesitaba ningún violinista en ese momento, circunstancia que produjo más que notables tensiones con Volumier, el entonces director de la orquesta de Dresde 

Es muy probable que estas sonatas, cuyas seis primeras se recogen en esta grabación, constituyan la única obra puramente instrumental para la flauta y bajo continuo compuesta por Veracini. La colección comienza con un largo e nobile, ¿quizá como referencia a Federico Augusto?, que recuerda a las líneas vocales de Gasparini. Incluso sin existir una prueba solida que demuestre que Veracini llegase a estudiar con Corelli, es muy evidente la influencia de Arcangelo Corelli en estas primeras composiciones, sobre todo en la rítmica y el diseño del bajo. La partitura es bastante escueta en signos de ornamentación, dejando, como era habitual, la total libertad al intérprete para añadir todo tipo de “gracias” y ornamentos, pudiendo aportar de esta manera una lectura totalmente diferente y novedosa de la obra. La escritura del bajo continuo refleja una construcción diseñada para potenciar la estructura melódica que termina por polarizar toda la obra. Es llamativa la larga sección en Tasto solo del primer allegro de la sonata sexta, es un recurso que solo aparecerá en ese momento en toda la colección y establece la ausencia total de armonía en el bajo. A diferencia de las sonatas de Haendel, éstas proponen una atmósfera más emocional e impulsiva, buscando un efectismo con los mínimos recursos compositivos y, paradójicamente, dejando un amplio margen a la realización del bajo, que aportará más matices si se ejecuta dentro de una limitada mesura.

Como compositor, Veracini no solo creó obras de pequeño formato. En el King’s Theatre de Londres fueron producidas varias de sus óperas: Adriano in Siria (1735), La Clemenza di Tito (1737), Partenio (1738) y Rosalinda (1744). Otras muchas anteriores a éstas desgraciadamente se han perdido, casi todas creadas en Florencia. Varias obras religiosas se conservan parcialmente. Un puñado de cantatas y conciertos, así como cinco colecciones de sonatas pata violín y bajo continuo conforman la, hasta el momento, conocida producción del compositor.

Durante sus últimos años de vida redactó Il Trionfo della Pratica Musicale (1765), un tratado musical escrito en un estilo directo y provisto de una constante crítica hacia los músicos. Sobre la orquesta escribe: “Es costumbre entre los músicos en la ópera mantener continuas discusiones entre ellos durante los recitativos, u ofrecerse unos a otros tabaco, o apagar con un clavo las velas, o afinar sus instrumentos fuertemente (para mostrar qué buenos son), o comenzar a ponerse poco a poco las gafas sobre sus narices para empezar a tocar más tarde que los demás…”.
Andrés Alberto Gómez

 

CD: 15.00 €
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